Posiblemente y si perteneces al grueso de la población, la “calidad de vida” de tus padres

Imagen con fines ilustrativos tomada de http://eva.hn/mujer-de-hoy/5-cosas-que-no-debes-hacer-como-freelance/
fue mejor que la de tus abuelos, y la tuya mejor que la de tus padres, pero tal vez ahora dudes que la de tus hijos será mejor. Es decir, les espera un futuro más incierto.
Y es que hace un par de décadas aun podíamos pensar en una movilidad social ascendente, de tal manera que lo esperado era que haciéndote de las condiciones de un empleo estable y un grado escolar mayor, podías tener conquistas laborales en lo personal que te ayudarían a avanzar en la escala social. Sin embargo la movilidad social, cada vez es más complicada o incluso lleva a un declive, un descenso en lugar de llegar a mejores puertos.
Una condición puede ser utilizada para pensar en este cambio en la percepción de posibilidades para la escalada social: La condición laboral.
Y es que existen grandes diferencias en la condición laboral actual y la propia de los años 70’s- 80’s, donde la el contrato individual del trabajador era la excepción y en cambio el contrato colectivo favorecía la adquisición y conservación de derechos laborales, y en ellos los derechos sociales.
En la medida que una persona lograba insertase en la vida laboral y ésta inserción se hacía bajo la protección de un contrato colectivo, se cobraba fuerza para la exigencia de derechos tales como el seguro social, el fondo de vivienda, la jornada laboral fija, y otros tantos derechos que hoy parecen estar en extinción.
La presencia de un actor social colectivo que podía mediar y presionar a empleadores y empleados, facilitó que un par de generaciones crecieran incluso con el discurso moderno de ser sujetos de derechos. Y en efecto lo eran, y en efecto los derechos sociales son producto de la modernidad propia del capitalismo industrial, cuando los actores sociales logran figuras fuertes como la del sindicato, que aun con sus negras historias, lograba la interlocución y la negociación.
En lo que ahora han llamado el capitalismo postindustrial (Castel, 2010), nos encontramos de frente con una nueva estrategia capitalista: la re individualización de los sujetos.
En la medida que se debilitan los colectivos, el individuo queda a expensas de un contrato particular entre empleado y empleador (en el mejor de los casos que existe un contrato). El individuo deja de ser llamado trabajador, para ser “operador” o “socio”, con lo cual asume tareas concretas que tienen inicio y fin, y/o un riesgo compartido con el dueño del capital, sin que comparta los beneficios de los dividendos.
El nuevo esquema obliga a que cada individuo se haga cargo de su trayectoria profesional, que se gestione un currículo laboral, el cual debe presentar en todo momento para demostrar que tiene habilidades para trabajar por proyecto, para reinventarse y reciclarse al fin de cada proyecto, para enfrentar la adversidad de la incertidumbre laboral. Un modelo de trabajo del que se le dice al nuevo individuo que debe estar orgulloso, un modelo gerencial, en el cual para conseguir mejor posición social debe asumir el riesgo de renunciar a los derechos laborales y con ellos a posibilidad del ejercicio de los derechos sociales.
Las nuevas generación lo asumen e incluso se vanagloria la figura del free lance, la “proyectitis”. La llamada flexibilidad laboral.
Ante la presencia de nuevas figuras de trabajo no debe perderse de vista que estamos ante una construcción histórica, que ha dejado de pensar en los desocupados del mañana, debido a la edad y de la disminución de la fuerza de trabajo impulsada a través del retraso o la renuncia a constituir familias para priorizar la formación escolar, arriesgar ante la falta de certeza laboral o sencillamente por asumir, que la re individualización no es producto de una construcción histórica, es decir una condición que no es dada de por sí, sino que, reitero, es una condición en construcción.
Castel, R. (2010). Prefacio. Una gran transformación El ascenso de las incertidumbres. Trabajo, protecciónes, estatutos del individuo. (pp. 15- 55). Buenos Aires, Argentina.: Fondo de cultura económica de Argentina.