Desde la psicología de la sustentabilidad se escribió un texto llamado: “Los estilos de vida en torno a las problemáticas hídricas”(García Lirios, 2012), este texto hace algunas reflexiones en torno al uso de estrategias compensatorias en relación a la dificultad de acceso al agua. Cabe mencionar que esta dificultad es resultado de un uso insustentable del recurso y de una marginación que parece normalizada.
A partir de la revolución industrial se inicia un consumo desmedido de agua, producto de la tecnificación en pos del desarrollo. A pesar de que existen ciclos naturales en la disposición de agua, relacionados con temporales de sequia o inundaciones, el uso irracional genera nuevas y diversificadas formas para hacerse del vital líquido.
La inequidad en la disposición de agua generó que se construyeran estilos de vida austeros, altruistas o contractuales.
La carencia de recursos y el peligro de su perdida han sido la principal razón para la adopción de estilos de vida en favor de su preservación. Es decir la implementación de estrategias para hacer frente a la carencia.
El crecimiento exponencial de la población trae consigo el aumento indiscriminado del almacenamiento, lugar en donde se sitúan los megaproyectos como el caso de las presas. En este almacenamiento indiscriminado los mayores afectados son los que históricamente han sido marginados o excluidos de su completo aprovechamiento. Quienes pagan menos por el agua consumen más y quienes pagan más por ella consumen menos.
Las comunidades y los barrios periféricos de las urbes son quienes más tienen que buscar alternativas para la reparación de fugas o la construcción de formas de explotación almacenamiento y distribución del agua. Por su parte quienes tienen acceso más fácil al recurso tienen mayor derroche o no prestan atención a las fugas.
Las ciudades por antonomasia son las mayores consumidoras de agua, las que más la despilfarran y las que menos captación logran, además son las mayores consumidoras de agua virtual, es decir el agua que va en los alimentos y productos que consumen.
La desigualdad en el acceso al agua ocasiona una lucha desleal e ilegal por hacerse del recurso.
Algunos han propuesto que el agua incluya costos ambientales de oportunidad, financieros, distributivos, operativos y de mantenimiento.
La marginalidad trae como consecuencia la falta de servicios, el acceso insuficiente al agua es uno de los resultados de esta marginación.
Se espera que en promedio una persona consuma 200 litros de agua diario. Esto puede calcularse multiplicando el total de habitantes de un hogar por 200 litros de agua y contratarse con lo expresado en el medidor o recibo. Parte del problema es que las características de estas viviendas precisamente no tienen un medidor.
El consumo reducido parece ser la respuesta ante la infraestructura deficiente del servicio de agua potable. Así los recipientes comienzan a ser el foco de atención para determinar que tanto se ahorra agua, ya que estos recipientes determinan la cantidad de agua utilizada para bañarse, para el escusado, para el lavado de ropa y de trastes, además el almacenamiento se realiza generalmente en tambos o botes.
El 60% del total del agua en un hogar se va en el uso en el baño, así que esta estrategia compensatoria logra un alto ahorro. Se puede observar además que la existencia de utensilios para el enjuague de ropa y trastes en conjunto genera la sensación de limpieza, en otras palabras no se enjuaga prenda por pendra o trasto por trasto, sino que todos los trastos van dar a un recipiente con agua y esto se percibe como que los trastos sumergidos están limpios. Lo mismo sucede con la ropa. Finalmente toda esta agua de reuso, va a dar al escusado, al riego de plantas o el lavado de pisos. El reúso de aguas grises entonces se convierte en una de las principales estrategias para el ahorro de agua.
Para muchos desde una mirada externa ver que en las familias sólo existe un día de ducha, que puede ser el domingo o un día festivo es fuertemente criticado, sin embargo se convierte en lugares con gran escases en una estrategia compensatoria, que tiene su propia lógica en la percepción de su necesidad y la expectativa de su consumo.
¿Has pensado cuánta agua es la óptima para usarse en tu hogar? Ojala que podamos contestarnos esa pregunta y elegir una alternativa como los sistemas de captación y almacenamiento de agua de lluvia, sistemas que además pueden implementarse tanto en medios urbanos como rurales.
García Lirios, C. y. o. (2012). Los estilos de vida en torno a las problematicas hídricas.