
Imagen tomada para ilustrar del blog «La historia es nuestra» http://lelikelun.blogspot.mx/
La psiquiatría (así como la psicología) debe ser un instrumento de liberación humana y no de opresión. En la década de finales de los 70’s y principios de los 80’s ésta era una de las premisas del movimiento de la antipsiquiatría.
Entre sus representantes se encontraba el psiquiatra francés Roger Gentis, quien tiene entre sus obras clásicas una llamada: Curar la vida (Gentis, 1980). (Ver resumen)
Y es que el libro al que nos referimos, es un cuestionamiento directo, cargado de sarcasmos que pone en duda las el papel de la psiquiatría, el culto a la ciencia y las “verdades absolutas” que se utilizan para legitimar acciones que hemos hecho pasar como naturales.
El libro baja al médico del pedestal que se le ha dado, y en general al positivismo que ha dominado la forma de hacer ciencia y de acercarse a ella.
La respuesta a los problemas que el enfermo presenta depende en primer lugar de él mismo, pero no de él solo sino también de padres, hermanos, pareja, y aquellos que le son cercanos y que están implicados de alguna manera con el paciente.
Al entender esto, la función del psiquiatra cambia por completo, no es únicamente un prescriptor de medicamentos, sino que es un profesional capaz de plantear las preguntas indicadas en el momento adecuado. De tal forma que no tiene un papel técnico sino que tiene la sensibilidad y la agudeza para ir más allá de la miopía del inmediatismo. La salud mental entonces tiene una implicación político –social. Es decir que propone saltar de una psiquiatría que sólo da respuestas a una que hace preguntas, de una que controla a una que cuestiona.
Un trabajador de la salud mental no puede ser un “psicotecnócrata”, ¿para qué entonces trabaja el psiquiatra y la psiquiatría, sino es para ser un instrumento de liberación?, Un instrumento que ve a la posibilidad de encontrar bienestar en la vida cotidiana y no con la visión higienista que pretende esconder todo aquello que es enfermo o indeseado. El manicomio hasta ese momento era uno de los sitios creados para el aislamiento social.
Una práctica psiquiátrica promulgada de esta manera, está obligada a optar por un carácter más democrático, sin el “abismo” de distancia entre médico y paciente, pero además sin la supuesta supremacía de la medicina sobre otras ciencias o profesiones, una opción por la equidad de género, por similitud salarial entre médicos, enfermeros, psicólogos y demás profesionales implicados, en un proceso terapéutico orientado a la reintegración y no a la reclusión.
Lo mismo se puede decir de otros profesionales de la salud mental y en general de aquellos que buscan incidir en la vida cotidiana de las personas (me refiero a aquellas profesiones que nacen de las llamadas ciencias sociales), sino damos un lugar como mayores de edad a las personas, siempre los veremos como niños a los que hay guiar, reprender y reorientar por el camino que nosotros trazamos.
Si queremos una democracia madura y una práctica social madura y comprometida con la vida cotidiana de las personas, debemos comenzar con dar un voto de confianza en la capacidad de decidir. El “profesional”, no puede seguir siendo El Saber incuestionable, sino que es un medio para dar con las preguntas de fondo.
Afortunadamente en el mundo de la psiquiatría han cambiado muchos procedimientos, tratamientos y contextos. Después de un acercamiento genuino con pacientes, se termina con tener un acercamiento genuino con otras ramas disciplinares. Más allá del prejuicio es una necesidad complementar nuestra visión con otras lentes del saber. Psicotecnócratas y psicofarsantes, no pueden ser instrumento para el cambio social.
El autor lo dice enfáticamente y muy bien cuando afirma:
“Entonces si la psiquiatría consiste por lo menos en intentar liberar a la gente- y en este caso yo me siento psiquiatra hasta los dedos de los pies- y en hacer que se sienta más a gusto consigo misma y que finalmente viva, entonces el campo de la psiquiatría en definitiva sólo puede ser la vida cotidiana y nada más que esto. Me importa un pito hacer que la gente vuelva a estar adapta a la norma. Es mejor someter esta norma a tratamientos, curar a la gente de esta norma. Lo que hace falta es curar la vida.”
Gentis, R. (1980). Curar la vida (Primera ed.). Barcelona, España: Grijalbo.