Recientemente celebramos en México nuestra “independencia”, y el entrecomillado en este caso hace referencia a la soberanía alimentaria mermada y al parecer difícil de recuperar.
Y es que el sector agropecuario dejó de ser estratégico con la llegada de grandes acuerdos comerciales y promesas modernizadoras del país.
La implicación de esta tendencia a la modernidad visualizaba en la llamada “revolución verde” que había que orientar la producción a un modelo especializado, en donde la vocación de cada espacio producible de alimentos se unifica a un sólo producto en pos del “aprovechamiento” del espacio cultivable, es decir un modelo de monocultivo.
Grandes extensiones de tierra orientadas a producir de manera específica un producto en particular, con lo que la diversidad de plantas y alimentos tendió a disminuir en aras de la producción masiva.
Hoy en día, está claro que esta visión no contenía la adecuación necesaria para el campo mexicano y la producción de granos básicos comenzó su tendencia a la baja, al grado de ser insuficiente para la necesidad alimentaria de las crecientes ciudades, la explosión demográfica que en general se experimentó y la disminución de espacios cultivables por el campesinado, que generalmente tiende al minifundio (1 o 2 hectáreas de tierra).
Y es que el modelo de libre mercado no pone como prioridad la producción de lo más necesario, sino de lo más rentable. Lo anterior implica que el productor (Agroindustria) no tiene una visión que resalte la producción necesaria en la dieta de la gran mayoría desfavorecida económica y alimentariamente, sino que este modelo obliga por sus propias características a tener una lógica de valor de cambio sobre el valor de uso. No importa que es lo más necesario, sino que es lo más rentable.
La producción campesina (como contraposición a la agroindustrial) por su parte está arraigada en el policultivo en donde el maíz, el frijol ejotero y la calabaza conviven en una sola parcela, y en donde la producción tiene como principal enfoque el autoconsumo y una parte más pequeña se destina a la venta en el mercado.
Hay quienes han sostenido que tanto el campo como el campesinado son una “especie en extinción”, mientras que otros ven una continuidad entre el campo y la ciudad. De ser la segunda opción real, las ciudades tienen entre sus prioridades prevenir el colapso alimentario de su ya empobrecida dieta y el daño ecológico que la misma vida citadina con sus valores de uso y desuso de productos, sub- utilización de espacios y desperdicio de espacios que ella implica.
En la medida que “el campo” parece distante y folklórico o por otra parte, sinónimo de atraso y falto de desarrollo, será complicado que alternativas como la agricultura urbana, el uso de ecotecnologías adecuadas al poco espacio y reducido terreno cultivable, sea alternativa para la producción localizada de alimentos y para la educación de quienes están en el entorno inmediato. Lo cual implica en buena medida la atención de la prolongada crisis del campo y la falta de soberanía alimentaria.
La alternativa de la agricultura urbana, no detendrá por sí misma la crisis de alimentos y en general la crisis del medio rural, pero tiene un componente educativo que la hacen necesaria en un medio en el que parece, que todo lo que no podemos ver por nuestras rutas de ida y vuelta del hogar al trabajo, deja de existir.
Por otra parte más allá de idealizar la vida rural o urbana se hace imperante poner en práctica nuestra capacidad de agencia para incidir desde el espacio más inmediato de la vida cotidiana.
¿Qué sabes tú del campo y del lugar en que se producen los alimentos que consumes? ¿Quiénes los producen? ¿Bajo qué medios? Y ¿Para quién y por qué lo hacen de esta manera?
Como una recomendación sugiero la obra de Victor Manuel Toledo y otros (1985) “Ecología y autosuficiencia alimentaria” (Toledo 1985) que aporta una importante visión de conjunto, que por medio del adecuado y abundante uso de datos y una prosa muy bien desarrollada, brinda de manera contundente posibilidades de entender este problema desde la visión ecológica.
Toledo, V. M. C., Julia; Mapes, Cristina; Toledo, Carlos (1985). Ecología y autosuficiencia alimentaria México D.F., Siglo XXI editores.