Para poder abordar el tema de la mesa al rededor de la cual estamos reunidos: “Por qué trabajo social comunitario” y por tanto el análisis de la intervención que lleva a cabo. Es necesario partir de una primera concepción del mismo, en este sentido me parece pertinente retomar las siguientes ideas que se proponen en la literatura del tema, donde se plantean los fundamentos y objeto del trabajo social comunitario (Raya Diez, S/F):
Hay un planteamiento con al menos cuatro vertientes al qué nos referimos cuando hablamos de él.
Se discute si es
a) Una actividad diferenciable de la acción política
b) Una acción diferenciable del trabajo voluntario y del liderazgo.
c) Si se trata de una profesión especifica o de una manera de trabajar, asumible por diferentes profesionales sociales
d) Si es una parte del trabajo social
Una primera puntualización al respecto, es hacer notar la recurrencia de pensar en el trabajo social comunitario con la referencia de la acción, de el hacer. El trabajo social comunitario definiéndose sobre los hechos y sobre la discusión de por qué se está haciendo de esta manera.
Pero también implícitos están los actores, es decir, no hay una imposición que coloque al profesional de esta área sobre las comunidades, sus representantes sus formas de organización o sus instituciones. Tampoco se contempla como apartado de las formas institucionales y de los recursos que el Trabajador social comunitario tiene a la mano o más aun, de los que no tiene y gestiona la forma de echar mano de ellos.
Entonces hablamos de recursos, para generar posibilidades que cubran carencias que en las comunidades se tienen, es decir hablamos de necesidades. Lo anterior nos lleva a suponer que no se trata de acciones por acciones, ni de determinar desde una posición lejana ¿qué, cuándo y a quien Es necesaria la intervención del trabajador social con el apellido de comunitario?, si no acciones que respondan y atiendan el ¿Cómo, dónde y por qué es pertinente este trabajador social?.
Tarea titánica la que se plantea este trabajador social, si pretendiera responderla solo, pero hay certeza en algo: No existe esta forma del trabajo social sin la Comunidad a la que se acerca.
No hay entonces un trabajo aislado o en solitario, el punto de encuentro está precisamente ahí, en la comunidad. Y en la comunidad confluyen otros tantos profesionales sociales, sociólogos comunitarios, psicólogos sociales comunitarios, antropólogos comunitarios, educadores comunitarios entre otros.
Aunque cada profesional social a los que nos hemos referidos tiene un particular corpus de conocimiento teórico y metodológico, que le permite acercarse a la comunidad, es en el mismo trabajo localizado con sus particularidades donde cobra sentido la acción reflexionada.
Entonces las profesiones con el adjetivo de “comunitarias” se encuentran en un dialogo que debe acordar las maneras de abordar situaciones problemáticas concretas, de abonar a las posibilidades de solucionarlas y de mantener una reflexión que no solo se queda en una disciplina, sino que se comparte con otros profesionales y con otros actores locales. Una forma de acción y de reflexión que origina conocimiento en otro enfoque de abordaje el Desarrollo Comunitario.
En el Desarrollo comunitario hay algunos consensos:
Pensamos en la comunidad como un grupo de personas que eligen vivir una forma común inspirada en valores culturales y espirituales compartidos (Heller, 1996)
Pensamos en la autonomía para decidir y hacer. En sus formas particulares de existir.
En la posibilidad cubrir necesidades comunes e individuales.
De generar cambios concretos.
La metodología entonces es participativa con un orden que seguiría un trayecto donde
- Se estable contacto con una comunidad
- Se propone o se incluye el profesional a la forma de organización local
- Se identifican y analizan problemas particulares y generales que parten de las necesidades presentes.
- Se valoran las posibilidades de acción comunes
- Se plantea un plan de trabajo en el que cada actor está comprometido con los objetivos comunes.
- Se evalúan las acciones realizadas y se replantean en el caso necesario.
La formación del trabajador social comunitario aporta elementos que enriquecen y facilitan estas tareas.
- La habilidad para analizar cada grupo social y su contexto.
- Para formar conciencia de las necesidades y sus posibilidades de cambio.
- Para ayudar a cohesionar grupos y comunidades en un interés común.
- Encontrar vías de acción viables y en su caso generarlas
- Y como una característica elemental: ayudar en procesos formativos de los mismos actores locales.
Además tiene las habilidades para intervenir a nivel
Individual, familiar, grupal, comunitario y social aprovechando la institucionalidad y transformándola en su práctica.
En el desarrollo comunitario estas prácticas son necesarias y el trabajo social hace aportes sustanciales, más allá del rol tradicional de la atención a casos – que por supuesto es valioso por sí mismo-, el trabajador social que toma el adjetivo de comunitario, requiere el compromiso con su disciplina, la comunidad y una nueva forma de entender el desarrollo social.
Reflexiones con las que se encuentra en: el hacer.
Son estos algunos de los aportes que el Trabajador Social Comunitario lleva al Desarrollo Comunitario. Y que trascienden al Desarrollo Social.
Bibliografía
Heller, A. (1996). Una revisión de la teoria de las necesidades (Primera ed.). Barcelona, España: PAIDOS/ I.C.E./ U.A.B.
Raya Diez, E. (S/F). Tema 4: Fundamentos y objeto del trabajo social comunitario. España.